lunes, 4 de mayo de 2015

En el avión y 4

El logra contenerse, mientras los dedos de Paola suben y bajan, menos tímidos a medida que la caricia se prolonga. No se limitan ya a un elemental vaivén, sino que se entreabren, para deslizarse a lo largo de la gran vena hinchada, sobre la combadura de la verga, se hunden lo más bajo posible, todo lo cerca de los testículos que la estrechez del pantalón permite, y luego vuelven atrás con una torsión lasciva, hasta que los pliegues de piel móvil en el hueco de la palma húmeda recubren de nuevo la punta del miembro.  Todo ello, dado el crecimiento que adquiere, parece no poder ocurrir jamás. Desde allí, oprimiendo de nuevo ese cuerpo cavernoso, la mano vuelve a bajar hacia el cuello de la verga...la envuelve con amplios movimientos de muñeca y la provoca con breves intervalos despiadados... El glande, dos veces mayor, se enardece y parece a cada instante más próximo a estallar.


Paola recibe, sobre los brazos, sobre u vientre desnudo, y sobre la garganta y el rostro, sobre la boca, hasta en los cabellos, aquellos largos chorros blancos de olor penetrante que brotan finalmente del miembro satisfecho. En su mente cree sentirlos deslizarse por su garganta, como si los bebiera... Un deleite sin pudor.
Cuando deja caer su brazo, agotada, el hombre coge con la punta de los dedos su clítoris y la hace gozar... Lo aprisiona y lo suelta repetidamente, con sabia habilidad, hasta conseguir que ella se abandone a esa corriente de convulsiones que le recorren el cuerpo, y que le permiten regar los dedos de aquel desconocido con el fruto de sus adentros. 
Mientras Paola se limpia con la manta el rostro y sus cabellos, él saca sus dedos empapados y se los lleva a la boca, la mira con una mirada penetrante, en la penumbra de la cabina, y se deleita lamiéndolos con descarada lentitud.
Como puede, medio cubierta por aquella manta que huele a sexo, Paola recompone su falda, se recuesta en el asiento y recibe
la mano del aquel compañero de pasión por debajo de sus principales colaboradoras del evento: las mantas.
El sueño les vence, la relajación les invade. 
De pie en la distancia prudente, la azafata sonríe, cómplice de la aventura. 
Fin

Marco P.

6 comentarios:

  1. Las imágenes son elegantes. Me gusta la primera. Y la parte central del texto, sublime a mi modo de ver.
    Me ha encantado volver a leerte. Besos.

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  2. Ufffffffff... ufffffffff... y uffffffffffff.... ése desconocido lamiéndose los dedos... brutal... y excitante.. muy excitante... tu Marco no pensarás viajar próximamente??... jajajaja...
    Eres muy bueno... mmm... muy muy bueno...
    Un besazo

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    1. Viajo mucho; Amando.... Hasta puede que coincidamos en un vuelo ...
      Besos

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  3. Hola Marco
    Antes de nada disculpa que tarde en pasar por tu blog, ando con el tiempo justo.
    Primero decirte que me gusta mucho la manera en que describes situaciones, con el toque justo de morbo y a la vez con una sutiliza que invita a imaginar y a desear seguir disfrutando de "la aventura".
    Curioso lugar ... en un avión .. el morbo está servido solamente con leer el título

    Bueno al grano: me ha encantado .

    Un saludo y gracias por tus huellas en mi casa

    Feliz domingo !

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