viernes, 25 de septiembre de 2015

Te voy a seducir



A acercarme a ti sigilosamente, por detrás, y a posar mis manos sobre tus ojos, para notar tus pestañas parpadear sobre mis dedos, mientras mi cuerpo se pega al tuyo, justo lo suficiente como para que me notes... y susurrarte al oído, con voz muy baja:

-"¿quién soy?"-

Tal vez no lo adivines, pero si hueles con fuerza, aprecies el aroma de mi perfume que me delate, y pronuncies mi nombre, mientras mis manos se abren y liberan tu vista.

Aunque tu cara no se gire y un leve suspiro se arranque de tu laringe mientras mis manos recorren el camino de tu cara hasta tu cintura, y mis labios se posen en la piel de tu cuello, para saborearla con mi lengua, para mojarte con mi saliva caliente y mi boca abierta, intentando apoderarme de ti, de tu cuello, de tu cuerpo, de tus deseos ocultos....

¿me dejas?.....

Esas manos en tu cintura, avanzando hasta tu vientre y separándose.

Una, para adentrarse en el hueco entre tu vientre y tu pantalón, al tiempo que te encoges, para dejar paso a mis dedos hacia el inicio de tu tanga, acariciando la piel suave de esa zona, y activando el frenesí de mi boca en tu cuello.

La otra, subiendo hacia el abrupto territorio de tus pechos. Ese valle profundo de tu tórax, coronado en su zona más norteña por dos picos que mi mano se apresura a amasar, consiguiendo alcanzar una de las más altas cúspides, con dos de mis dedos extendidos, fundiéndolo entre sus yemas, para provocarte un grito, mezcla de dolor y placer...

Mi cuerpo se adapta literalmente a tu forma trasera, y con el calor del contacto, mi sexo se enerva, rozándote con firmeza, mientras avanza hasta su máximo esplendor....
En estos momentos soy un volcán de pasión emergiendo lava de deseo hacia tí.
Me encantaría poder tenerte cerca para que esa lava se deslizase por tu cara... tu boca, tu cuello, mientras no quitas los ojos de mí, y mis manos, con las palmas abiertas, extienden sus dedos para enredarse entre tu cabello y agitar tu cabeza, aproximándola a mi cuerpo...
En este momento me apetece tu cuello, ponerme detrás de tí y ladear suavemente esa media melena hacia tu hombro y dejar al descubierto un camino de placer, entre tu cuello y la parte trasera de tu oreja.

Bajar de nuevo mis manos hasta tu cintura y cerrar un círculo alrededor de ella para atraerte hacia mí, hacia mi cuerpo. Pegarte a él.
E iniciar un lecho de humedad lasciva, de roce de labios, lengua y saliva, marcando ese surco de cuello a oreja.

Subir y bajar varias veces, intentar arrancarte un gemido, y acabar mordisqueando suave ese lóbulo de tu orejita, salvando el obstáculo de tu pendiente, que se entremete entre mi boca y tú.
Siente la dureza que le imprimes a mi sexo, y desliza una mano tuya hacia atrás
Pásala entre tu cuerpo y el mío, y agarra ese miembro erecto, acarícialo con tus dedos, baja mi cremallera y libéralo.

Que yo entretanto arrugaré tu falda con mis dedos, y la arrollaré en tu cintura.
Así podré rozar tu piel con mi sexo húmedo, y pedirte que gires la cara, para morderte en la comisura de tu boca, sacar mi lengua y lamerte los labios.
Mis manos entonces hurgaran en tu vientre, bajando hacia tu sexo, introduciéndose entre tu tanga y tu piel, buscando... percibiendo el calor de tu fuego interno, y apretando de nuevo tu cuerpo hacia atrás, para que me enfoques mi sexo entre tus piernas....

Dime qué quieres... vamos, dímelo entre agitados gemidos

Marco P.

sábado, 5 de septiembre de 2015

Mi alimento


      Había deseo, pasión, morbo, fuerza, dominación... pero se mezcló con cariño, ternura, respeto, admiración, entereza, entrega, comprensión.

      Y toda esa mezcla se convirtió en el mejor cóctel compartido.

Una sensación difícil de describir.

      Lo intenté en este escrito, que hoy vuelvo a colgar.

      Porque es mi pequeño homenaje. Para tí.. pongamos...María que es un nombre común y así tod@s podéis imaginaros en esa circunstancia.

      Tú sabes tu nombre, el verdadero, como sabes el mío. Quizás tú sola sepas la verdad que consta en mi partida de nacimiento.

      La naturaleza es muy sabia y a veces ella misma es un fiel espejo donde podemos,( y tal vez
debemos) reflejarnos.

      Estamos en otoño. La estación en la que la naturaleza se libera de todo lo superfluo, de todo aquello que no va a precisar para su inmediata andadura.

      Los árboles sueltan sus hojas, que ya no van a precisar a lo largo de los inmediatos meses. Se quedarán con sus ramas recias desnudas, aguardando los primeros albores primaverales.

      Algunos animales efectúan su éxodo hacia tierras y climas más apropiados para sus necesidades.

      Y el campesino prepara y siembra la tierra para que los fríos cercanos no hielen aquello que mañana será su sustento.

      Y yo, labrador, me encuentro con tu tierra, labrada siempre por las mismas manos, que ahora se ofrece para mí. Y puedo, por esta vez, ser yo mismo quien clave mi arado en tus entrañas.

      La tierra blanca de fondo, tu cuerpo tendido sobre ella. A un lado, una pared roja se asemeja a la luz del sol que calienta con sus rayos la escena.

      Y el brillar de tus ojos, que chispean deseo y me piden que clave más hondo mi arado, para que la semilla se proteja.

      Y hundo mi estigma en ti, con todas mis fuerzas, buscando ese temblor que me indica que la tierra está abonada, receptiva, agradecida, y deliciosamente tierna.

      Es nuestra primera siembra, pero todo en ella respira pasión y entrega. Y el olor de la tierra removida nos envuelve, mientras mis manos acarician el surco, y plantan la semilla de mi cuerpo.

      El pescador acude a la mar para obtener su alimento .  Y yo, pescador, busco el sustento para el invierno en la mar.

      Y tú, mar azul y verde, me miras y acaricias mi orilla. Trémula,dulce, segura de ti, pero encantadoramente seductora.

      Y yo, pescador, meto la mano en tus cálidas aguas y agito mis dedos en ellas.

      Poco después, con mi barca chiquita, me sumerjo entre tus olas,a mar abierta. Y así te presentas, así te ofreces.  Y me acaricias, y me balanceas entre tu cuerpo, posesa de mí,segura de ti, dulce, trémula, y encantadoramente seductora.

      Y me hablas con el rumor de tus olas,
 y me balanceas, y me tienes.
      Y me das tus frutos en forma de besos. 
Besos que me saben a peces.
      Y me alimentas.
      Mientras que yo meto 
dentro de tus entrañas una y otra vez mi caña.
      La luna mueve tus mareas, te hace oscilar, vibras.
      Y me pides, juegas.


      Sumerjo mi cuerpo en ti, y me acaricias,
 me tienes, me cuidas, me deseas.
      Disfrutas sabiéndome en esos instantes tuyo, 
por encima de todas.
      La mar, mi mar, azul, verde. 
Me toma, me puede.
      Veo la mar en tu mirar.
      Y de nuevo me dejo llevar y termino en ti.

      Labrador, pescador… 
trabajo para tener sustento,
 cuando en verdad, seas quien seas,
 y te presentes como te presentes,
 tierra,
mar,
 ola, 
sol,
 fuego, 
eres tú quien me alimentas.
Marco P