lunes, 11 de mayo de 2015

Frío


Llegué descalzo. Con los pies dolidos de pisar las piedras. Avergonzado porque andaba mal, me daba vergüenza y coraje. Me escondía detrás de una careta.
 Estaba con los pies hundidos en el barro, hacía frío. Me diste una mano, me ayudaste a salir de ese charco. Me indicaste con tu dedo el final del túnel. Se veía una luz…

 Lo hiciste mientras cogías ente tus manos mi cara y me susurrabas que no pasaba nada, que me tranquilizara. Yo era consciente de que no era capaz, de que ya no servía. Pero gracias a ese gesto cálido, a tu sonrisa dibujada, y a esas zapatillas que te sacaste de la manga y que ponías en mis pies, pensé que podría volver a caminar. Miré con firmeza allá al fondo del túnel, ví esa luz, lejana, y sin embargo no me pareció tanto el camino.

 Estaba torpe para andar, las zapatillas no calzaban correctamente del todo en mis pies y aún sentía dolor cuando pisaba. Pero pisé, con fuerza, y empecé a andar…contigo.

 Andamos, bebimos, reímos, nos transmitimos… tenía miedo, un cierto recelo, pero te pedí.

 Y nos acostamos.

 Me desperté.

 Los pies me dolían, pero…tenía aún las zapatillas puestas, no me las había quitado. Las noté más frías, más distantes, pero tú seguías allí, a mi lado. Cuando te dejé cerca de tu destino, noté como una descarga que me recorría todo el cuerpo. Pero aún llevaba las zapatillas puestas…

 Te había pedido que fueses tú la que me llevase de nuevo con tu mano hacia esa luz al fondo del túnel, que no andaría hasta que tú volvieses a por mí. La pelota estaba en tu tejado. Cuando vi pasar las horas y no percibía tu aliento ni tu aroma acercarse por el túnel… me dí cuenta que ya no tenía zapatillas. No escuché tu voz, ni vi tu cara, ni sentí tus manos. No viniste, pero con aquel mensaje me las quitaste de los pies.

 Intento volver a andar, hacía esa luz que ahora veo mucho más tenue, tal vez mucho más lejos. Y de nuevo siento que me hundo en el barro, que me aprisiona los tobillos, las piernas, que está frío, helado.

 Dices que si te necesito para algo que cuente contigo como una amistad. Pero justamente lo que necesitaba me lo has arrancado.

 Ya no tengo zapatillas…

 Mi duda es ahora si seguir andando hacia esa luz apenas perceptible ya, o si dar la vuelta. Pero en este instante no puedo,

Estoy hundido en el barro y apenas puedo moverme,  hace frío, aire, y no hay apenas luz..

 No veo nada.

Ni a nadie.

Marco P.

4 comentarios:

  1. Siempre se sale, y siempre hay una mano que te ayuda a salir del barro , un hombro que se brinda a ser bastón y unas palabras que son bálsamo.. estoy segura que si saber "ver".. te darás cuenta ..

    ResponderEliminar
  2. Da igual las zapatillas, da igual el camino... Es tu voluntad y tu fuerza la que te hace caminar. Sí, da igual lo largo del camino, lo angosto que sea, las de miles de piedras que te encuentres bajo tus pies... Siempre hay un final para cualquier camino... Y también hay senderos que se abren a ambos lados de él...
    Y si se puede andar, aunque duela... porque tú eres tu propio bastón, tú marcas cómo, cuándo y por qué caminar...
    Y no hay más ciego que aquel que no quiere ver.
    Besos.

    ResponderEliminar
  3. Marco nadie ha de tirar de ti ni darte zapatillas....lo mas grande de todo es que uno mismo sea capaz de avanzar hacia la luz, de sacar los pies del barro y avanzar...pero no por nadie...sino por uno mismo....debería aplicarme el cuento a menudo...pero la realidad cielo...es que nadie nunca nos va a querer como podemos querernos nosotros...y que al final es uno mismo el que tiene que arrancarse de dentro la fuerza para salir...con o sin zapatillas...magullado...con cicatrices..pero caminando decidido hacia la luz...
    Si quieres hablar o necesitas algo...cuenta conmigo...se lo que es sentir los pies atados...
    Un besazo

    ResponderEliminar
  4. Gracias MaRía, *, Amando
    Lamento no extenderme, no es momento propicio para ello.
    Besos

    ResponderEliminar