sábado, 5 de septiembre de 2015

Mi alimento


      Había deseo, pasión, morbo, fuerza, dominación... pero se mezcló con cariño, ternura, respeto, admiración, entereza, entrega, comprensión.

      Y toda esa mezcla se convirtió en el mejor cóctel compartido.

Una sensación difícil de describir.

      Lo intenté en este escrito, que hoy vuelvo a colgar.

      Porque es mi pequeño homenaje. Para tí.. pongamos...María que es un nombre común y así tod@s podéis imaginaros en esa circunstancia.

      Tú sabes tu nombre, el verdadero, como sabes el mío. Quizás tú sola sepas la verdad que consta en mi partida de nacimiento.

      La naturaleza es muy sabia y a veces ella misma es un fiel espejo donde podemos,( y tal vez
debemos) reflejarnos.

      Estamos en otoño. La estación en la que la naturaleza se libera de todo lo superfluo, de todo aquello que no va a precisar para su inmediata andadura.

      Los árboles sueltan sus hojas, que ya no van a precisar a lo largo de los inmediatos meses. Se quedarán con sus ramas recias desnudas, aguardando los primeros albores primaverales.

      Algunos animales efectúan su éxodo hacia tierras y climas más apropiados para sus necesidades.

      Y el campesino prepara y siembra la tierra para que los fríos cercanos no hielen aquello que mañana será su sustento.

      Y yo, labrador, me encuentro con tu tierra, labrada siempre por las mismas manos, que ahora se ofrece para mí. Y puedo, por esta vez, ser yo mismo quien clave mi arado en tus entrañas.

      La tierra blanca de fondo, tu cuerpo tendido sobre ella. A un lado, una pared roja se asemeja a la luz del sol que calienta con sus rayos la escena.

      Y el brillar de tus ojos, que chispean deseo y me piden que clave más hondo mi arado, para que la semilla se proteja.

      Y hundo mi estigma en ti, con todas mis fuerzas, buscando ese temblor que me indica que la tierra está abonada, receptiva, agradecida, y deliciosamente tierna.

      Es nuestra primera siembra, pero todo en ella respira pasión y entrega. Y el olor de la tierra removida nos envuelve, mientras mis manos acarician el surco, y plantan la semilla de mi cuerpo.

      El pescador acude a la mar para obtener su alimento .  Y yo, pescador, busco el sustento para el invierno en la mar.

      Y tú, mar azul y verde, me miras y acaricias mi orilla. Trémula,dulce, segura de ti, pero encantadoramente seductora.

      Y yo, pescador, meto la mano en tus cálidas aguas y agito mis dedos en ellas.

      Poco después, con mi barca chiquita, me sumerjo entre tus olas,a mar abierta. Y así te presentas, así te ofreces.  Y me acaricias, y me balanceas entre tu cuerpo, posesa de mí,segura de ti, dulce, trémula, y encantadoramente seductora.

      Y me hablas con el rumor de tus olas,
 y me balanceas, y me tienes.
      Y me das tus frutos en forma de besos. 
Besos que me saben a peces.
      Y me alimentas.
      Mientras que yo meto 
dentro de tus entrañas una y otra vez mi caña.
      La luna mueve tus mareas, te hace oscilar, vibras.
      Y me pides, juegas.


      Sumerjo mi cuerpo en ti, y me acaricias,
 me tienes, me cuidas, me deseas.
      Disfrutas sabiéndome en esos instantes tuyo, 
por encima de todas.
      La mar, mi mar, azul, verde. 
Me toma, me puede.
      Veo la mar en tu mirar.
      Y de nuevo me dejo llevar y termino en ti.

      Labrador, pescador… 
trabajo para tener sustento,
 cuando en verdad, seas quien seas,
 y te presentes como te presentes,
 tierra,
mar,
 ola, 
sol,
 fuego, 
eres tú quien me alimentas.
Marco P