lunes, 27 de abril de 2015

En el avión 3

Casi al mismo tiempo, sorpresivamente, la mano del hombre se poso sobre la suya. Es evidente que la estaba observando. Ha levantado su manta y recubre con ella parte de la de Paola.
La mano no se mueve. Tampoco, sin embargo, está inactiva. Por su simple peso, ejerce una presión en el clítoris,sobre el que reposaba la mano de Paola.
Durante bastante tiempo no ocurre nada más. Todo permanece así, y ella se abandona a ese placer.
Después, ella percibe que otra mano levanta la manta y la aparta, para aferrar sin impedimentos una de sus rodillas. No pierde el tiempo y va ascendiendo con un movimiento lento, a lo largo del muslo, rebosando enseguida el final de la media.
Ambas manos de aquel hombre están sobre ella, ahora a la altura de la cintura, seguras, rápidas, desabrochado el cierre de la falda, bajando la cremallera, deslizando la tela sobre las caderas hasta la rodilla. Luego vuelve a subir. Una de ellas penetra bajo las braguitas de Paola.
El, acaricia con la palma, como pasando la mano por el cuello de un caballo de pura sangre, su vientre y hasta la prominencia del pubis. Sus dedos recorren los pliegues de la ingle, luego bordean el vello, dibujando los lados del triángulo cuyo aire parece respirar.
Cuando la mano que recorre el vientre se ha saciado, obliga a los muslos a separarse un poco más; la falda enroscada alrededor de las rodillas les estorba; acaban cediendo, sin embargo, abriéndose todo lo que puede. La mano, toma en su cuenco el sexo caliente y mojado acariciándolo como para apaciguarlo, sin prisas, con un movimiento que dibuja los pliegues de los labios, introduciéndose -primero ligeramente- entre ellos, para pasar al clítoris prominente y reposar finalmente sobre los bucles espesos del pubis...
Los dedos del hombre, partiendo cada vez desde más lejos, se hunden más profundamente entre las mucosas húmedas y ralentizan su progresión, pareciendo dudar a medida que la tensión de Paola aumenta. Mientras, se muerde los labios para contener el sollozo que asciende por su garganta.
Con una sola mano, juega con su cuerpo al ritmo y con el modo que mas parece complacerle, indiferente a sus senos, a su boca, sin dar muestras de desear besar ni abrazar, permaneciendo, en medio de la voluptuosidad incompleta que dispensa, despreocupado y distante.
Sus ojos se entreabren y buscan el rostro de aquel hombre. Entonces la mano se inmoviliza, oprimiendo toda la parte del cuerpo que ha enardecido. Él se inclina ligeramente hacia la pasajera y toma con su otra mano, una de las suyas, que atrae hacia él y que introduce entre su ropa. Le ayuda a detenerse sobre su verga rígida y le guía los movimientos, regulando la amplitud y la cadencia de acuerdo a su deseo, haciéndolos mas lentos o más rápidos, según el grado de su excitación.
Paola ha adelantado el torso de forma que su mano desempeña mejor la función que le asigna aquel hombre, que a su vez se acerca, para que ella pueda ser rociada por el esperma que siente que va a brotar del fondo de sus glándulas...



6 comentarios:

  1. Todo tan precipitado y, en cambio, tan lento... a su ritmo adecuado, con la tensión perfecta...; con las ganas de todo para, al final, el desenlace, ese que lleva a lo más alto...

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  2. Gracias Marco ...

    Un besito


    El relato te lo comento cuando esté completo; vale?

    Pasa una estupenda noche

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  3. Quien marca el ritmo tiene el poder y el placer de acrecentar el deseo ... en todas las facetas d la vida .. y por supuesto en las relaciones sexuales
    Besos , mujer misteriosa

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  4. Entonces espero tu opinión, MaRía
    Besos

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  5. Joder... plas, plas, plas... no tengo mucho más que decir... voy a la siguiente parte... puedes creer que echaba de menos este texto en mi desconexión?... me gusta cómo escribes.. cómo detallas... y cómo dibujas la situación llevándome justo hasta allí... Sublime...
    Un besote

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