viernes, 26 de mayo de 2017

La llamada




De nuevo la pasión aflora por mis poros cuando escribo…

 Veo tus ojos fijos en mí, a través de esa foto, y mis dedos teclean palabras con afán de expresar mis sensaciones, mis deseos, mientras tú me respondes provocativa…

 Mientras te abres a mí, me pides, me dices, me excitas y me exiges lo que quieres sentir. Cada renglón y cada respuesta tuya, se transforman de inmediato en un grado más. Llegamos a arder… 

Te pido el teléfono. Porque necesito seguir escalando por el mar de lava. Con la escritura y la lectura no me basta. Aquello que dices estar haciendo, esos suspiros que escribes ahogan tu garganta, ese deseo inmenso… lo quiero oír. 

 Será mi complemento, tal vez la gota que colme el vaso. Y leo complacido esos 9 números formando un atractivo conjunto. Mis dedos pulsan temblorosos las teclas. 

 Solo dos llamadas y escucho tu voz. Mezcla de risa y deseo.

 Y empezamos de nuevo. Empiezo a preguntar: ¿qué llevas puesto, dónde estás? Y cada respuesta tuya, cada palabra, me enerva más aún. Te pido, te guío, te digo, te ordeno. Y me das, me sigues, me oyes, me obedeces. Tus gemidos así me lo confirman. Y juntos llegamos al fin. Es un camino recorrido al unísono, a cientos de kilómetros, pero a la vez. Juntos. 

 Casi siento tu lengua sobre mi sexo recogiendo el fruto de tu labor. Y muevo la mía agitada entre mis labios, como relamiendo esos efluvios que, solo hace unos instantes vertiste mientras afirmabas con tu entrecortada voz que así lo querías, que no parase. Risas, murmullos, coincidencias en el deseo mutuo, en las ganas de que no solo sea una mera conversación. 

 Complacencia en cuanto al fuego que nos invade, a la libertad de tener sexo. Veremos hacia dónde nos lleva esa pasión. Tal vez esta noche de nuevo... quizás muy pronto encima del capó de tu coche, o puede que en la misma estación donde vengas a recogerme… 

 El sueño se puede hacer realidad en la misma habitación dónde me aloje, cuando sienta unos nudillos picar sobre la puerta… O la culminación de todo ese deseo puede llevarnos hasta tu mismo lecho. En ese mismo lugar donde acabas de retorcerte con tu cuerpo semi desnudo, tus prendas arrancadas y tus manos empapadas de ti. 

 Todo es posible…

M.P.